Historia de la Entronización del Sagrado Corazón de Jesús
El fundador de la Obra de la Entronización fue el sacerdote peruano P. Mateo Crawley- Boevey (1875-1960) de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Parte de su juventud vivió en Valparaíso, Chile, y estableció muchos lazos con ese país. Al visitar Paray-le-Monial en 1907, el P. Mateo idealizó allí, en la atmósfera de gracias del Sagrado Corazón, un movimiento de regeneración de las familias y de la sociedad. A través de una cruzada moral, se propuso hacer reinar a Nuestro Señor en las familias para así hacer viable su Realeza Social.
Igualmente la sometió al Pontífice reinante, San Pío X, el cual la aprobó con las siguiente palabras: “No solamente os lo permito, sino que os ordeno de dedicar vuestra vida a esta obra de salvación social” (Congregación de los Sagrados Corazones), “La Entronización del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares por la Consagración Solemne de las Familias a este Divino Corazón”, publicación oficial, R. de Janeiro, 1941, p. 66). El P. Mateo comenzó su obra en Valparaíso, Chile, con el apoyo de su Superior General, y de allí se extendió a todo el mundo.
Contrarrestar al plan llevado por el enemigo en la Historia
El Papa Benedicto XV (1914-1922), en carta dirigida al P. Mateo en abril de 1915 afirma que nada en nuestra época es más oportuno que esa consagración de las familias. Dicha consagración se orienta a contrarrestar un plan llevado a cabo por un enemigo en el sentido de pervertir el interior de los hogares. Ese enemigo, dice el Papa, tiene en vista sobre todo la sociedad doméstica, pues ésta es el germen de la sociedad. Si consiguieran corromperla, corromperán toda la sociedad.
Benedicto XV también advierte: “Los golpes del enemigo tienen principalmente en vista la sociedad doméstica. Al contener ésta, como en germen, los principios de la sociedad civil, ellos saben muy bien que la transformación, o mejor dicho, la corrupción que esperan de la sociedad común, es consecuencia necesaria de la de la familia, desde que hayan viciado los fundamentos de esta última”. Una consagración seria, creadora de buenos hábitos y destruidora de vicios El Papa no quería una consagración superficial; la deseaba seria, creadora de buenos hábitos y destruidora de los vicios.
“Importa sobremanera conocer a Cristo; conocer su doctrina, la vida, la pasión, la gloria; seguirlo no es dejarse guiar por un sentimiento superficial de religiosidad, que conmueve fácilmente los corazones tiernos y delicados y arranca lágrimas fáciles pero deja los vicios intactos” (C. SS. Corazones, la Entronización del Sagrado Corazón de Jesús, op. cit. pp. 17-18).
Lo mismo señalaba el Cardenal Van Rossum, en su carta del 16 de enero de 1919, enviada en nombre de Benedicto XV al P. Joaquín Kapteinm SS.CC, director de la Obra de la Entronización en Holanda: “Lo que realmente queremos es que no se haga una consagración pasajera de la familia al Sagrado Corazón, una pequeña fiesta familiar que mañana tal vez sea olvidada; sino que, en realidad, Jesús sea colocado en un trono en la familia”.
El mismo Padre Mateo dirá “Prediquen de casa en casa a Jesucristo, den el pan de la luz de la doctrina, el pan de la fortaleza que es amor, háganle amar, den confianza y acerquen a las almas que perecen, acérquenlas al Corazón del Amor, prediquen con
insistencia que el Jesús auténtico, que es todo misericordia, quiere salvar, tiene sed de paz y de la dicha de sus amigos”. “La entronización es obra de conquista de santificación de la familia, hoy en día tan contagiadas, pervertidas por el ateísmo y el paganismo descarado, que avanza destruyendo la base de la moralidad, de la virtud cristiana, desterrando de hecho a Jesús “El Rey” de este mundo, ya que el mundo y el pecado no pueden coexistir con Jesús quien condena al mundo, y que fue y es crucificado por el pecado”.
Entronización al Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen de Guadalupe en los Hogares
Inspirados en la entronización al Sagrado Corazón de Jesús, se ha querido sumar a esta cruzada, la entronización de la Virgen de Guadalupe (Imagen dada por el cielo a la Tilma de San Juan Diego en 1531, en el cerro del Tepeyac, Ciudad de México). Pío X la proclamó “Patrona de toda la América Latina”, Pío XI de todas las “Américas”, Pío XII la llamó “Emperatriz de las Américas” y Juan XXIII “La Misionera Celeste del Nuevo Mundo” y “la Madre de las Américas”.
La Entronización del Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen de Guadalupe en los hogares tiene como objetivo regenerar, preservar y perfeccionar la célula básica de la sociedad: la familia, “Iglesia doméstica”. La Entronización es una consagración de la familia al Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, manifiesta el propósito de reconocerlos como el Rey y la Reina de ese hogar, colocándolos simbólicamente en un trono. Su fin próximo es lograr que en la familia reine un espíritu efectivamente cristiano. Su fin remoto es el de preparar las condiciones para el Reinado de Jesucristo en la sociedad y el Triunfo del Inmaculado Corazón de María.
Dos, de las doce promesas de Nuestro Señor a Santa Margarita María Alacoque, se relacionan directamente con la familia y la Obra de la Entronización al Sagrado Corazónde Jesús:
– Daré la paz a las familias.
– Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.